AMBIENTACIÓN: LA MUJER Y EL NIÑO

Ambientación Con años de apatía creativa. En este mundo alejado de vieja tierra. Cada vez es más necesario recurrir a estímulos externos para lograr activar mi creatividad. Y aunque el tiempo de descanso, desde la última conexión ha sido muy corto, volveré a usar la base de datos  neuronales de historias y perfiles sociológicos.

Hace 6 meses que publiqué mi último trabajo y las cuentas siguen acumulándose. Mi tarjeta de crédito universal pronto estará con saldo en contra. Si no pinto  una tela  que pueda  vender, estaré en la ruina.

Nada me motiva y el peso de las cuentas es algo que me mata. Así como están las cosas, solo me queda una alternativa; conectarme una vez más  y lograr sacar algo en limpio para pintar. Maldita creatividad; hace cuanto tiempo que se fue.

Los implantes neuronales cada vez llevan mi conciencia más lejos. Logro llegar hasta la vasta inmensidad de millones de historias, sucesos y perfiles sociológicos, miles de historia y vidas  que se han ido acumulando en las bases de datos.

Historiadores, Sicólogos, Sociólogos, películas, libros y  canciones han sido usados para crear simulaciones casi perfectas  de tiempos que no volverán.

Esta técnica unida con las drogas es la única forma con la que logro llegar más cerca de mi arte. Y así salir de mi depresión creativa y crisis económica.

Es extraño, pero así puedo vivir y sentir la historia de un esclavo Bosquimano, la vida de Jim Morrison o morir durante un 11 de septiembre de múltiples formas, claro que por lo general mi fantasía es la de un viejo escritor muerto de hambre en cualquier época de la tierra.

La maldita adicción a vivir vidas y fantasías ajenas  se convirtió en un maldito círculo vicioso, entre más vidas ajenas vivo, más amorfa e insípida encuentro la mía.

Encerrado a tres mil  años luz de la  Tierra, junto a un millar de artistas becados –pero pobres en el amplio sentido de la palabra-  para resguardar el arte de la humanidad. Me siento como un patán incapaz de crear nada nuevo.

Sentado frente al computador comienzo a divagar, elijo una nueva secuencia de estímulos –la culpabilidad me atormenta-. Inicio el  programa y desde el teclado ingreso  los parámetros que definirán los vectores  espacio temporales para la simulación que experimentare esta vez.

Además de las típicas secuencias del manual, agrego mi gran jugada,  algunos comandos  son elegidos al azar mediante el uso de un sistema de elecciones aleatorias y así la ambientación es diferente y desconocida cada vez que entro a la cámara de realidad virtual.

Me sumerjo en la cámara. Mi cuerpo semidesnudo comienza a ser invadido por los cientos de conexiones nerviosas. Siento las agujas intravenosas que atraviesan mi piel y suministran drogas en la cantidad precisa y en el tiempo exacto. Mi sistema nervioso  es estimulado por descargas eléctricas, escucho varios sonidos, la energía comienza a fluir por los circuitos y el golpe de luz llega y llena mis sentidos.

Tras unos minutos de orientación y acostumbramiento comienzo a recorrer el paisaje lleno de luz. Luz que cubre el infinito azul del cielo, cielo que es recorrido por cientos de enanos de inmensa barbas blancas. Y el mar verde  formado por la hierba en crecimiento nubla mi visión. La hierba se mueve al compás del viento y las ondas de vida es como ver crecer la primavera al morir el invierno.

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