AMBIENTACIÓN: LA MUJER Y EL NIÑO

Tomo  la paleta y los pinceles,  el color comienza a derramarse en la blanca tela, blanca como la crema que cubre un pastel  de chocolate.

Y si en cada pastel, existe la vela que ilumina las sonrisas de los felices niños.  Así es como en medio de mi felicidad, en mi nuevo paisaje, esta aquella hermosa dama, cuyo pelo y vestido es mecido por el viento, como la flama de la vela es mecida por el soplido de un niño.

El verde de la hierba solo se oscurece con la sombra que cae de mi dama. Voy recorriendo paso a paso este paisaje, como si fuera el último que vería en mi vida.  Queriendo tocar todo, y  todo es tan real,  que el olor de hierba suave y pegajosa queda impregnado en mi cuerpo, y así en un día de primavera me enamore de una dama casi real, que llevaba sombrilla y posaba para mí.

En todo este paisaje había algo extrañamente oculto y obvio, esta rara sensación era el  resultado de programar al azar la simulación y este resultado era la presencia de un niño que jugaba alrededor del paisaje, ajeno a todo lo que a mí me parecía lógico.

Que hacia un niño al lado de aquella hermosa dama. Y ¿por qué tenia una expresión  tan melancólica y preocupada? Su cuerpo quieto y reflexivo como quien espera un destino conocido, completaban el aire de misterio. Él lleva un gorro que protege  su rostro del sol, su  mirada perdida y un cuerpo débil estremecen mis sentidos ¿quién era y como se llamaría?.

Me dirijo hacia  él, y nuestra proximidad solo es opacada por el velo del misterio, cuando intento tocarlo él desaparece y aparece en otro lugar de la escena, con exactamente la misma expresión,  intento otra vez tocarlo y el niño me mira, y  desaparece una y otra vez , cientos de veces esto se repite, él no habla y su atención esta siempre fijada en la bella dama.

Dejo el  juego con  él niño. Estoy seguro que  es un producto del error lógico de la computadora, y decido tener más cuidado cuando vuelva a  usar las secuencias aleatorias.

Después de este percance, me dedique horas y horas a observar y sentir a mi dama, a retratarla. Miles de sentimientos acompañan cada pincelada, la tela se convierte en una hoja en blanco donde escribo una poesía y cada color es una palabra de amor para ella.

Después de aquella sesión en busca de la creatividad, comencé noche tras noche a tener sueños con mi dama y el niño.  Una y otra vez volvía a sentir la sensación de estar viviendo la experiencia en la cámara de realidad virtual.

Además debo admitir que esta fue una de  mis mejores experiencias  y que al pintar  y crear nuevas obras me ofrecieron cantidades enormes de dinero pero jamas quise deshacerme de ella.

Algo muy especial me unía con este cuadro. Tal vez solo erán los sueños, en los cuales recorría el paisaje.  Caminaba junto a ella, e incluso nos sentábamos junto a un río a observar las nubes.

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